Bienestar emocional: ponerse en manos de…
Seguramente habrás escuchado en algún momento difícil de tu vida, a alguien decirte que confiaras y te pusieras en manos de Dios, de la vida, del Universo… según las creencias de cada uno.
Yo no entendía muy bien qué significaba esto: no sabía si significaba rendirse o si actuar como si nada pasara. Ninguno de estos comportamientos me gustaba (ni rendirme ni la inacción).
Hace poco tiempo comprendí estas palabras y he podido ponerlas en práctica. Este año que pronto se acaba no ha sido un año fácil para mí. Ha sido un año donde se me ha puesto a prueba en casi todas las facetas de mi vida (salud, trabajo y familia) y hubo momentos en los que me sentí totalmente desbordada y con dudas sobre mi capacidad de seguir adelante.
Alguien que también lo estaba pasando mal me dijo «ponte en manos de Dios y confía». Como no lo entendía, esa persona y yo pudimos hablar de ello, cayeron en mis manos algunos libros sobre el tema y pasé a la práctica.
Como yo lo entiendo, ponerse en manos de Dios (o de la vida, o de lo que más te guste o creas) es, en primer lugar, aceptar lo que está sucediendo, es decir, reconocer el problema, la situación o lo que te cause tristeza: ¿Por qué me siento así? ¿Es algo real o son mis pensamientos? ¿Mis pensamientos van demasiado por delante del problema y lo agravan? ¿O el problema es realmente grave? En ocasiones, no es el problema, sino la idea que tenemos de un problema, la que provoca que nuestros pensamientos inicien una secuencia de adelantarnos a lo que va a pasar, normalmente magnificando negativamente. Y después de un pensamiento así, llega la emoción negativa en forma de miedo, tristeza, ansiedad… ¿A quién no le ha pasado esto?
Una vez identificado el motivo de tu malestar o sufrimiento, tienes que preguntarte si puedes hacer algo por cambiar esa situación o si puedes apartarte de ella. Cambiar o apartarte es, ni más ni menos, afrontar el problema. Normalmente empezamos a encontrarnos mejor cuando comenzamos a actuar, a pesar de que en ocasiones, afrontar un problema acarrea consecuencias, pero la experiencia me dice que es mejor eso que seguir sufriendo por quedarse atrapado en la inacción.
¿Pero qué pasa cuando hemos seguido todos los pasos y no encontramos solución y seguimos sufriendo? Pues pasa lo que yo entiendo por «ponerse en manos de Dios»: detenerse (sobre todo los pensamientos) y hablarse a un@ mism@ con cariño en el sentido de que has hecho todo lo posible por cambiar, apartarte y estar mejor, pero no lo has conseguido porque el problema sigue ahí. Es el momento de pensar que la solución ya no está en tus manos, que desde la aceptación hay que confiar en que más tarde o más temprano todo cobrará sentido y entenderemos el por qué de tal o cual situación. Y todo esto hay que vivirlo sin miedo y con confianza en el futuro ¿A quién no le ha pasado que una vez superado un bache, le han sucedido cosas que si no hubiera sido por ese bache, nunca le hubieran sucedido?
A lo largo de este año he tenido que ponerme en manos de Dios, de la vida, del Universo… más de una vez. No es una tarea fácil, ni se logra definitivamente. Lo importante es tener el recurso presente, recordar que la vida muchas veces se ordena a su manera y perder el miedo. No me gusta rendirme ni la inacción, pero a veces luchamos contra situaciones que no están en nuestras manos. En esos momentos hay que aceptar, reconocer qué es peor, si el propio problema o nuestros pensamientos acerca del problema, cambiar, apartarnos y en último lugar, dejar que Dios o en lo que creamos, ordene el desorden y nos muestre el camino sin miedo y con mucha confianza.
Muchas gracias por leerme. La próxima entrada será sobre mi semana 18 de embarazo.
Déjame algún comentario o escríbeme, me harás muy feliz.
Has hablado de un tema que me parece importantísimo y que confieso ser una incógnita para mí… Entender eso de dejar en las manos de. Mi madre es muy creyente y me lo dice muy a menudo y me da rabia cuando la escucho. Me suena más a no puedes hacer nada, lo harán por ti. No sé. Me sienta a hagas lo que hagas, será lo que tenga que ser. No se. Por otro lado, me encantaría tener esa seguridad y tranquilidad que me trasmiten quien cree en esto. No se. Muchas dudas tengo a respecto. Gracias por compartir y hacerme pensar más en ese tema. Muy buena reflexión!
Me gustaMe gusta
Hola Juliana, no es rendirse ni tampoco pasar a la inacción. Es pararse un momento cuando ya no se puede hacer más y aceptar y esperar. No es fácil, pero no es imposible 😉
Me gustaMe gusta