En el embarazo es otra cosa… ¿o no?
¡Hola! Hoy tocaba receta pero con estos días festivos y todos en casa, no me resultaba fácil cocinar con la cocina lo suficientemente despejada para unas fotos bonitas en las horas de más luz. La próxima receta será «crema de berenjenas para untar» ummm 😉
Quiero hablar del SPM (síndrome premenstrual) porque estoy segura de que son muchas las mujeres que lo padecen en silencio en esta sociedad donde la publicidad se encarga de recordarnos una y otra vez que, aunque estés con la regla, «no hay límites».
El SPM es un conjunto de síntomas físicos (tensión y dolor mamario, retención de líquidos, hinchazón abdominal… por poner unos pocos) y emocionales (irritabilidad, insomnio, depresión… ídem) que afectan a las mujeres días antes de la llegada de la regla. Puede presentarse durante toda la fase lútea, es decir, la que va desde la ovulación hasta el primer día de la regla o puede presentarse sólo unos días antes. Esto es así por regla general, pero no universal, ya que muchas mujeres siguen sintiéndose así (o sólo se sienten así) durante la regla o incluso a veces después de la regla.
Hay muchísimos estudios acerca de este conjunto de síntomas; sin embargo creo que existe desconocimiento sobre su mecanismo de acción ya que estos estudios dicen que lo padecen entre el 30% y el 80% de la población femenina en edad fértil. Ante tal amplitud de rango (desde el 30% hasta el 80%) mejor será profundizar un poco.
El SPM puede ser severo, cuando los síntomas dificultan o impiden la vida de la mujer en su entorno familiar, profesional y personal: intentos de suicidio, ataques de ira, despersonalización… No está muy claro si el SPM severo es lo mismo que el Trastorno Disfórico Premenstrual (TPDM), ya que el TPDM se diagnostica mediante unos criterios claros recogidos en el manual de psiquiatría DSM-V (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders). Tanto el SPM severo como el TPDM se controlan por parte de algunos profesionales médicos con medicación, con los mismos fármacos utilizados para la depresión o la ansiedad, pero como he conocido a tantas mujeres con TPDM que la medicación sólo les ha valido parcialmente, creo que el SPM y el TPDM se deben abordar desde un punto de vista más global.
Lo que sí es claro desde mi punto de vista es que los cuidados que nos podemos regalar para que tanto el SPM, el SPM severo como el TPDM afecten lo menos posible a nuestra vida, son los mismos. También desde mi punto de vista, creo que el SPM y el TPDM son más que un conjunto de síntomas físicos y emocionales. Pienso que una revolución antropológica y social del papel de la mujer en la sociedad se manifiesta en las mujeres bajo la forma del SPM y TPDM. Creo que el papel de la mujer en la sociedad, aunque ha mejorado mucho, sigue pendiente de su mejor ubicación: en la búsqueda de la igualdad con el hombre, nos hemos olvidado de nuestro ciclo femenino y de respetar las fases del mismo. Si conseguimos reconciliarnos con nuestro ciclo femenino y nos aceptamos como somos, los beneficios no tardarán en llegar.
El manejo del SPM y TPDM pasa por hacer cambios en nuestra vida: cómo nos alimentamos, cuánto descansamos, cuánto ejercicio hacemos, qué tipo de pensamientos tenemos, cómo nos tratamos a nosotras mismas… Es muy importante observar esto último: ¿nos tratamos bien o nos tratamos como nos trataban nuestros padres en la infancia? ¿Nos perdonamos o nos culpamos demasiado? ¿Tratamos con el mismo amor a nuestros hijos cuando se equivocan que a nosotras mismas cuando nos equivocamos? Somos nuestro peor juez, muy exigentes con nosotras mismas y el primer paso para rebajar la tensión interna pasa por ser indulgentes con nosotras mismas, tratarnos bien igual que haríamos con cualquier ser querido en una situación similar.
Es muy importante también respetar las 4 fases de nuestro ciclo menstrual: preovulatoria – ovulatoria – fase lútea – menstruación. En cada fase los niveles hormonales fluctuarán y nuestro cuerpo tendrá necesidades distintas que hay que escuchar y respetar. Nos sentiremos de una manera y de otra, pero lo importante es saber que nos pasa a todas, que no estamos solas y que cada vez hay más grupos y comunidades donde se reivindica el respeto al ciclo menstrual y sus cuatro fases.
¿Y es cierto que desaparece en el embarazo? Siempre se ha creído que las hormonas del embarazo (progesterona fundamentalmente) protegen a la mujer de estados de ánimo negativos, pero no es cierto del todo. Muchas mujeres embarazadas padecen de depresión y ansiedad, sintiéndose culpables por ello porque no encuentran los apoyos necesarios al confesar que están embarazadas… ¡y tristes!
En mi embarazo he podido observar que determinadas emociones abruptas que tenía determinados días y que yo creía que eran producto del ciclo menstrual, no lo son, puesto que las he sentido igual en el embarazo. Sin embargo, hay otras situaciones o emociones que creía que eran mi forma de ser, y no lo son, porque no se han presentado en el embarazo y sí se presentaban en determinados días de mi ciclo menstrual.
En definitiva, en el embarazo he podido corroborar que la hormona es muy traidora e incontrolable. Quiero enfatizar que cada embarazo se da en unas circunstancias personales diferentes para cada mujer y que no siempre se tiene por qué cumplir la ecuación embarazo = bienestar emocional. Es posible desear mucho el embarazo, estar muy feliz y al mismo tiempo tener tristeza, depresión, ansiedad y desánimo. Y ninguna mujer debería sentirse culpable por ello, le digan lo que le digan. En cualquier caso debe buscar soluciones, nunca culparse. Y también debe tratarse bien, con cariño, con amor y con indulgencia. Todos cometemos errores, la mujer embarazada o en cualquier día de sus ciclo menstrual, también. Y no se acaba el mundo por eso.
Gracias por leer hasta aquí 🙂 Deja algún comentario o cuéntame tu experiencia.
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