Estancia en el hospital y mi recuperación
Esta entrada me emociona porque hoy era el día de mi fecha probable de parto, hoy tenía que haber nacido mi hija pero decidió venir al mundo el pasado 28 de febrero. Di a luz en el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria de Tenerife. La atención recibida tanto en el ingreso como en planta fueron tan excelentes, que tengo pendiente hacer llegar una carta de agradecimiento al Director Médico.
Tal y como conté en la primera parte, fue un parto totalmente respetado y natural, y así se propició por parte de las personas que me atendieron desde el primer momento sin tener que pedirlo. En la habitación donde di a luz había incluso una pelota de Pilates para pasar las contracciones que no llegué a usar porque como mejor me sentía era de pie y paseando por la habitación.
Una vez en planta, les comuniqué que era vegetariana y a la hora de traerme las comidas me preguntaron si era vegetariana estricta (sin huevos ni lácteos) o era ovolactovegetariana. Comenté mis preferencias y las 4 comidas diarias eran totalmente acordes a lo que había pedido. Menos mal que estuve sólo dos días en planta, de lo contrario me hubiera puesto como un tonel, porque la comida no sólo estaba muy buena sino que además era muchísima cantidad, sobre todo me lo parecía en la cena (primero, segundo, postre y un panecillo integral).
En todas las comidas me traían alguna medicación: paracetamol, hierro, diclofenaco y un laxante. No soy muy amiga de tomar fármacos pero en esta ocasión hice caso. El paracetamol para el dolor, el diclofenaco para bajar la inflamación pélvica, el hierro porque es necesario en todo el puerperio y el laxante porque el hierro puede causar estreñimiento. En mi caso, que tengo problemas de colitis por temporadas, el hierro no me causa estreñimiento por lo que dejé de tomarlo el miércoles por la noche. Ya habíamos comprobado que iba bien al baño así que mejor no tomarlo más.
El jueves sobre las 13 horas ya tenía todos los papeles para poder irnos: el alta de ginecología, el de enfermería y el de pediatría, con todas las instrucciones que debíamos seguir por escrito de una manera clara y sencilla: cuándo ir a la matrona, cuándo ir al pediatra, cuándo preocuparme con respecto al bebé, qué medicación seguir tomando (solo un suplemento de vitaminas para lactancia), etc. Tuvieron el detalle además, de traerme el almuerzo media hora antes para que comiera antes de irme. De verdad que me sentí muy bien tratada en todos los aspectos.
Si tuviera que quejarme de algo es del comportamiento de la primera compañera de habitación que tuve, que encendía la tele a las 11 de la mañana y ya no la apagaba hasta las 11 de la noche y a mí me daba vergüenza decírselo. Como mucho le preguntaba a las enfermeras si había normas en cuanto al horario de ver la tele y me decían que no, que tenía que ponerme de acuerdo con la chica. Tuve paciencia, sólo fue un día porque el miércoles le dieron el alta y la otra compañera que tuve era maravillosa.
El jueves cuando llegué a casa me impactó mucho encontrarme los pantalones sin lavar que llevaba el día que ingresé, unos pantalones negros que no se pusieron a lavar con la otra colada de ropa blanca. Me impactó porque seguían empapados de líquido amniótico (mi parto se inició con rotura de membrana) y en ese momento sentí una tristeza difícil de explicar: estaba feliz por estar en casa con mi bebé, pero en ese momento eché de menos la barriga, los planes de ocio, disfrute y dedicación a mí misma que había planeado para los últimos días del embarazo, pasaron por mi cabeza pensamientos negativos y de culpa por haber estado tan activa en todo el embarazo y haber disfrutado del mismo tan poco… Esta tristeza se me pasó rápidamente mirándola a ella pero fue un sentimiento que se repitió las primeras semanas de cuando en cuando. A día de hoy estoy tan ocupada con la lactancia materna y la crianza en el apego sin descuidar a mi hija mayor, que ya no tengo tiempo siquiera de tener estos sentimientos de tristeza. O estoy poniendo la atención en todo lo que hago para disfrutar de cada momento presente o estoy «frita» echando una mini cabezadita 🙂
Subí unos 12 kg de peso en el embarazo. La primera semana había perdido 7 kg y todavía hoy me quedan 5 kg por bajar que los veo localizados en la cintura, caderas y pechos. Mi ropa normal me sirve ya pero estoy incómoda con los pantalones vaqueros, me aprietan demasiado y no tengo ganas de estar incómoda, así que estoy usando otro tipo de ropa como legging. Tengo más hambre que en el embarazo y ya no tengo los molestos síntomas digestivos, de hecho, con la primera comida abundante que tuve en el hospital lo primero que pensé fue «¡qué bien me ha sentado!, ni náuseas, ni reflujo, ni acidez».
Mañana tengo la revisión con la matrona a la que quiero preguntarle cuándo puedo retomar el deporte (en este caso preguntaré por correr, desde julio del año pasado que salí por última vez) y cuándo puedo retomar la vida sexual. Me siento tan plena y feliz que me encuentro con energía suficiente para satisfacer también nuestra vida sexual aunque sea de manera diferente: quizás menos frecuente, quizás menos intensa, quizás más sensitiva… Compartiré lo que la matrona me aconseje mañana por si puede servir de ayuda 🙂
Me queda pendiente una entrada sobre el bolso de maternidad, lo que llevé, lo que me faltó y lo que me sobró. A partir de ahí habrá más contenidos sobre crianza natural -mi experiencia- y retomaré las publicaciones de mis recetas fáciles de cocina y las de bienestar emocional.
Gracias por leer hasta aquí y como siempre agradezco tus comentarios 🙂
Ánimo, esos «bajones» como yo les llamo son muy normales. Como tú bien describes, mirando a la peque se pasa todo…Me alegro de que todo esté bien y disfrutes de tu peque. Un fuerte abrazo!
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Y las hormonas mucho no ayudan ahora… con los bajones digo 😉
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Las hormonas ahora están locas locas, yo me pasé las primeras semanas de mi hijo llorando porque era muy demandante, mamaba cada hora incluso por las noches y yo no podía dormir nada. De hecho hoy en día, con 21 meses que cumple hoy, seguimos con las malas noches, pero lo miro y se me pasa el cansancio y todo. Es lo mejor de mi vida.
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Mi hija pasa por fases en el mismo día/noche en las que mama a cada hora, otros en los que cada 2 ó 3 h sin olvidar la hora/s tonta donde ni mamar, ni dormir, ni brazos ni cambiar el pañal parece que le sirva de algo. Yo dormir poco y mal lo llevo bien, lo que llevo fatal es no poder organizar ni la mínima cosa porque nunca sé cómo se van a presentar las horas siguientes como para organizar nada. Me hago pequeñas listas de cosas por hacer en la semana y las voy encajando como puedo, pero nada de ponerme tareas diarias porque es imposible de cumplir 😦 Esto también me hace derramar alguna lagrimita, junto al cansancio y a veces la sensación de incomprensión. Pero la miro y se me pasa todo rápidamente 😉
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