Introducción
¡Hola! Con esta publicación de hoy, comienzo la serie «Vida sostenible, crianza sostenible», donde trataré de explicar como llevar un modo de vida sostenible sin morir en el intento. La serie tendrá cinco partes: introducción, ropa, cosmética, alimentación y otro consumo (energía, comunicación y transporte).
Me parece que es un tema, por suerte, que despierta cada vez más interés y me gusta mucho estudiar sobre ello, pero me gusta más compartirlo: cuantos más seamos adoptando actitudes hacia un consumo sostenible, mejor para todos y para el planeta 🙂
Estaba yo el otro día en esa gran tienda de deportes buscando una toalla de playa tipo poncho para mi pequeña. Había sólo un modelo y en un color fucsia fosforito que hacía daño a la vista. Mi hija mayor me la acercó y me dijo que era la única que había. Tuve que explicarle que no podíamos comprar esa toalla porque sólo por el mero hecho de su color, el proceso productivo de esa toalla había sido altamente contaminante y que su teñido… había teñido el río más cercano… del mismo color que la toalla… 😦
Vamos por partes… ¿Se puede medir el daño que le hacemos al Medio Ambiente? Sí, se puede. Existe la medida llamada «huella de carbono» y que cada vez más empresas utilizan a la hora de contratar con uno u otro proveedor. La «huella de carbono» se define como: «la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto».
En una casa es muy difícil, poco práctico y caro (lo hacen consultores especializados) medir la huella de carbono, pero aplicando el sentido común podemos llegar a conclusiones interesantes que nos pueden ayudar a cambiar algunos hábitos.
Por ejemplo, ¿cuál de estos dos actos crees que tiene mayor huella de carbono?:
- Vas caminando a la tienda de la esquina y compras 4 zanahorias que llevas a casa en tu bolsa de tela.
- Coges el coche para ir al centro comercial que está a 10 minutos de tu casa y compras una bandeja de corcho blanco con 4 zanahorias, retractilada en film transparente y que llevas a casa en una bolsa de plástico del supermercado.
Está claro que el primer acto tiene menos huella de carbono, vas caminando, coges las zanahorias, las metes en tu bolsa de tela y te las llevas. En el otro caso, la fabricación de cada envase (bandeja de corcho, film transparente, bolsa de plástico, el propio carro del supermercado…) tiene detrás su propia huella de carbono, la fabricación de tu coche también, la contaminación que éste produce, lo mismo, etc.
¿Pero qué pasa con el coste económico? Supón que el precio por kg de las zanahorias de la tienda de la esquina es algo mayor que en el supermercado del centro comercial. ¿Crees que son más baratas que las de la tienda de la esquina? Probablemente no. A las zanahorias del súper les tienes que añadir el coste de la gasolina, el de la bolsa de plástico del supermercado y el desgaste del vehículo; por lo tanto, su precio pasaría a igualarse o incluso a superar a las de la tienda de la esquina.
Pero hay un coste más, que es subjetivo y difícil de medir: el coste de oportunidad. El coste de oportunidad es aquello de lo que te privas según sea tu elección. Comprando las zanahorias del supermercado lejos de tu casa te has privado de dar un agradable paseo al aire libre y de un rato de lectura en tu casa, por ejemplo.
Antes de comenzar a cambiar de hábitos para llevar un modo de vida más sostenible, es necesario que se tengan en cuenta dos cosas:
- Es imposible ser sostenible 100%, pero no por ello dejemos de intentarlo. Es mejor que muchos seamos un 35% sostenibles que una sola persona sea 100% sostenible: la contribución de muchos en un porcentaje menor es muchísimo mayor que la aportación al Medio Ambiente que hace un solo ermitaño anacoreta.
- Que no te desanime tener un tope de sostenibilidad o llevar acciones que no son sostenibles… ¡todos las hacemos cada día! Lo importante es ser consciente en cada momento de lo que hacemos y cómo podemos cambiar cualquier hábito o acto de consumo para dañar menos al Medio Ambiente. No se trata de que, por ejemplo, no te laves los dientes después de cada comida, sino de que lo hagas con el grifo cerrado. No se trata de que no pongas la lavadora, se trata de que la llenes bien y uses el programa más ecológico que puedas permitirte en cada colada.
Adoptar un modo de vida un poco más sostenible no es difícil y si tenemos niños alrededor estamos siendo un buen ejemplo para ellos y, con el tiempo, los que no cuidan el Medio Ambiente serán minoría. ¿Te animas?
La próxima publicación de esta serie será sobre la compra sostenible de ropa.
Muchas gracias por leer hasta aquí, me encantará saber si te gustan estos contenidos y si puedes compartirme algún truco para reducirr mi «huella de carbono» en mi paso por este planeta 🙂
Enhorabuena por la serie. Este primer post me ha resultado muy interesante. Un beso!
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Gracias, me alegro mucho 😘
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Me parece súper interesante la idea de estos post, muy interesante ^_^
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Muchas gracias, me alegro mucho 😘
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Te cuento que en nuestro barrio hay un programa de reciclaje, nos visitan todos los lunes y mi pequeño es el más entusiasmado con la recolección. Super interesante, estaré atenta al siguiente post de la serie. Abrazos.
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Muchas gracias 😘
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