Ropa sostenible
¡Hola! La publicación de hoy es la segunda de la serie «Vida sostenible, crianza sostenible» y hablaremos de la compra de ropa «sostenible». He tardado un poco más de lo esperado para publicarla porque he hecho un trabajo de documentación y también porque he tenido que recurrir a un experto para un dato que no encontraba.
La industria textil es una de las industrias más contaminantes que hay: todo el mundo necesita-usa-compra ropa y muchas de las grandes empresas de venta al detalle («retail» en inglés) de ropa lanzan colecciones cada 15 días.
La industria textil utiliza grandes cantidades de agua, energía y productos químicos en su proceso productivo. Pero lo peor es el estado en que quedan las aguas residuales después del proceso de fabricación: completamente teñidas de los colores de las telas y saturadas de productos químicos muy peligrosos para el Medio Ambiente. El desafío de la industria textil, ante la escasez y aumento del coste del agua y, en menor medida, presiones en el medio jurídico-legislativo, es encontrar tratamientos de depuración y reciclaje de sus aguas residuales para seguir usándolas en la misma industria o devolverlas al Medio Ambiente con un menor impacto. Se está haciendo algo pero queda aún muchísimo por hacer. Además, la sensibilidad hacia el Medio Ambiente es desigual, no es la misma en Europa que en los países en desarrollo, donde se fabrica la mayor parte de la ropa mundial.
La «huella hídrica»
Si en la anterior publicación de esta serie hablábamos de la «huella de carbono», en la industria textil tenemos que añadir la «huella hídrica».
¿Qué es la «huella hídrica»? Se puede definir como «el indicador del uso directo o indirecto de agua dulce para la fabricación de un bien o prestación de servicio. Se mide en volumen de agua consumida, evaporada o contaminada ya sea en unidad de tiempo (personas y comunidades de personas) o por unidad de masa (empresas)». Por ejemplo, en una prenda de algodón, su huella hídrica comienza en el cultivo del algodón desde su siembra hasta el último lavado antes de ser puesto en tienda. Y los datos son escandalosos: la huella hídrica de una camiseta de algodón es de 2.500 litros y la de un pantalón vaquero es de 10.000 litros… Haz las cuentas con la ropa de tu casa y luego extrapola hacia tu comunidad de vecinos… las cifras que salen para todo un barrio, ciudad o país son insoportables para el Medio Ambiente. El creador del concepto «huella hídrica», el profesor de Gestión del Agua de la Universidad de Twente (Enschede, Holanda) Arjen Hoekstra, lo explica muy bien en este artículo.
En este artículo, por cierto, se pasa de puntillas por otra industria altamente contaminante: la ganadería intensiva. No es el objeto de esta publicación, pero si todos comiéramos menos carne y con menor frecuencia, los efectos en el Medio Ambiente serían tremendamente positivos: menor consumo de agua, menor desforestación para levantar naves industriales llenas de animales hacinados, menor cantidad de gases efecto invernadero y mayor disponibilidad de los cultivos vegetales. Será obligado tratar este tema en siguientes publicaciones de esta serie.
Las sustancias químicas
La industria textil además, utiliza productos químicos muy peligrosos para todo: teñido, impresiones, estampados y acabados. Las aguas residuales son tóxicas y pueden contaminar vías fluviales importantes, suponiendo un riesgo para el Medio Ambiente y para las personas. Se estima que hay 11 sustancias químicas que habría que eliminar del proceso productivo textil. Voy a relacionar de manera genérica estas 11 sustancias, sólo sus nombres asustan un poco… Si quieres leer los efectos sobre la salud humana, la fauna, la vegetación y el Medio Ambiente, puedes acceder a este enlace de Greenpeace: alquifenoles, ftalatos, retardantes de llama bromados y clorados, colorantes azoicos, compuestos organoestánnico, perfluorados, clorobencenos, disolventes clorados, clorofenoles y parafinas cloradas de cadena corta (PCCC).
El uso de estos productos tan peligrosos y que incluso pueden dejar residuos en la ropa sin que te des cuenta (por eso y por razones de higiene, se recomienda lavar las prendas SIEMPRE antes de usarlas por primera vez), motivó que se lanzara la campaña DETOX por parte de Greenpeace hace un año y que algunas de las empresas más importantes de la venta al detalle de ropa se adhirieran a ella. Puedes observar en el enlace que hay empresas que se suscriben y comprometen totalmente, otras que no se compremeten nada y otras que están en el medio. Aquí tienes el ranking completo y puede ayudarte a la hora de elegir dónde comprar la ropa a partir de ahora.
Llegados a este punto, deberíamos empezar a hablar de «compra responsable de ropa», pues la ropa sostenible me temo que no existe… Por un lado está la huella hídrica, por otro lado está la huella de carbono y por último tenemos connotaciones morales como la mano de obra barata en condiciones de trabajo muy desiguales a las nuestras, hecho al que no podemos cerrar los ojos.
Ideas para la compra responsable de ropa
Entonces, ¿qué podemos hacer para que nuestras compras de ropa sean responsables? Partiendo de la base de que la ropa más sostenible es la que se queda en la tienda, estos son algunos consejos para que nuestras compras de ropa sean más responsables:
- Lo primero que debemos hacer es limpiar y ordenar todos los armarios de la casa donde hay ropa y desprendernos de aquella que ya no utilizamos (la cual la podemos donar, pues hay mucha gente de nuestro entorno que la necesita). Este paso es necesario para que la ropa que tenemos en perchas fluya adecuadamente y veamos claramente lo que tenemos (cuando tenemos mucha ropa apiñada ni sabemos lo que tenemos). Asimismo, recomiendo tener los cajones organizados con la ropa doblada en vertical, al estilo Marie Kondo. Hay muchísimos tutoriales explicando cómo hacerlo. La ropa colocada de esta manera en los cajones, al no estar una sobre otra, se arruga menos y además de un sólo vistazo sabemos lo que tenemos sin que desordenar nada. Aquí te muestro mi cajón de las camisetas de manga larga y sudaderas.
Una vez tenemos los armarios y cajoneras ordenados con la ropa que estrictamente utilizamos, visualizamos todas las combinaciones posibles para detectar qué prenda o prendas nos hacen falta para completar nuestros «outfits». Esto nos ayudará para comprar, en rebajas o en temporada, sólo las prendas que hemos visualizado como necesarias, evitando compras impulsivas y al tun tún, que luego acabarán en el fondo del armario sin usar. Parece contradictorio, pero teniendo menos ropa, bien seleccionada, ordenada, que se ve bien colocada en armarios y cajoneras, vestimos mucho mejor.
- Llega el momento de irnos de compras… Siempre podemos intentar comprar la ropa en pequeñas tiendas de barrio, que normalmente compran ropa a mayoristas en ferias. Es posible que encontremos mucha ropa fabricada en España o en la UE, con controles medioambientales y condiciones de trabajo iguales para todos los países miembros.
- Debemos darle prioridad a la ropa de tejidos naturales como algodón o lino. Su huella hídrica es bastante elevada pero su tratamiento es menos contaminante que el de las fibras sintéticas, que no son otra cosa que derivados del petróleo. Personalmente además, prefiero el tacto en la piel del algodón o del lino que del poliéster.
- También es preferible darle prioridad a los blancos, beige y colores claros antes de los colores muy oscuros, sólidos, estampados y serigrafías. A pesar de que la ropa blanca pasa por un proceso de blanqueamiento óptico con productos derivados del cloro, he consultado a un experto en aguas residuales y el efecto de las aguas residuales de la ropa teñida de colores oscuros es mucho más contaminante y de más difícil reutilización en comparación con las aguas residuales de blanquear los tejidos.
- Hay que mirar la etiqueta porque a veces nos encontramos prendas similares en la misma tienda, una fabricada en España o Portugal y la otra no. Igual que con los alimentos, aquella prenda fabricada en nuestro entorno, sólo por razones de proximidad tiene una huella de carbono mucho menor.
- Reutilizar la ropa, aprovecharla entre hermanos, amigos, familiares…, arreglarla o adornarla. Hay cantidad de tutoriales de DIY («hazlo tú mismo») que nos enseñan cómo darle un aire nuevo a una prenda que aunque está bien, no nos apetece usar.
- En todas las grandes empresas de venta de ropa al detalle hay una línea ecológica que podemos considerar, así como la ropa de esas pequeñas tiendas tipo herbolario con ropa de tejidos orgánicos, confeccionados artesanalmente en nuestro entorno.
Es importante tener en cuenta que el poder del consumidor es mayor de lo que pensamos. La creación de conciencia que hace el consumidor con sus elecciones llevó a algunas empresas a suscribir la campaña DETOX de Greenpeace, por lo que te animo a seguir algunos o todos estos consejos para que entre todos consigamos que poco a poco la industria textil contribuya al cuidado del Medio Ambiente y dé trabajo en condiciones de igualdad dando igual el país donde elijan producir.
Muchas gracias por leer hasta aquí 🙂 Espero tus comentarios si tienes algún truquito más para contribuir a este fin. El día 14 publicaré sobre la «cosmética sostenible», estate atent@ o si lo prefieres, suscríbete y lo recibirás cómodamente en tu email.
Me hará mucha ilusión que difundas y compartas las publicaciones de esta serie por nuestro Medio Ambiente 🙂
Yo en general soy muy «cachivachera» con la ropa buscando darle nuevos usos, por ejemplo si tengo una blusa que ya no uso pero la tela es linda, me hago una funda, etc. pero hasta eso voy acumulando… Desde que nació mi hijo reparo más en las etiquetas y tienes razón en lo que dices. Gracias por el artículo. Abrazos.
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Reciclar y reutilizar está muy bien, pero cuando deja de ser eficiente, es mejor donar, tirar, regalar… y dar uso a lo que realmente se necesita para no comprar de más. Un beso 😉
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