¡Hola! Hoy le dedico unas palabras a los cambios. La famosa cita de Heráclito dice algo así como «lo único constante es el cambio». ¡Y cómo cuesta a veces afrontar un cambio! Pero si nos paramos un momento, nos daremos cuenta de que la vida es un cambio detrás de otro.
No sé si te has fijado en que las personas mayores más activas y felices son aquellas personas flexibles. Ese anciano que sigue montando en bici o esa anciana que va a a clases de yoga… La salud física depende muchísimo de la flexibilidad, de ahí que disciplinas como el yoga no pasen de moda porque ¡funcionan!
Pero la flexibilidad es algo más, un cuerpo flexible normalmente va acompañado de un cerebro flexible, que se adapta a los cambios, que no se resiste, que no lucha, que acepta…
Aprender a gestionar los cambios con sosiego es un proceso, un aprendizaje. Según el carácter que tengamos o las experiencias que nos hayan marcado, llegamos antes o después a ese punto en que el cambio no nos agobia, es una oportunidad de darle la vuelta a la vida -para mejor- o para lanzarnos a hacer algo que de otra manera nunca nos hubiéramos atrevido.
Hace muy poco tiempo que los cambios ya no me agobian tanto. Tener dos hijas que se llevan 11 años me ha hecho ver las cosas de manera tan diferente y con tanta distancia… Con la pequeña me recreo en todos sus hitos (su primer diente, su primera cucharada de comida que no sea teta, su primer intento de decir mamá, su primer gateo…) y la alegría es doble porque sin quererlo recuerdo a su hermana mayor haciendo lo mismo. Todo lo que vivía con tanto temor hace 11 años ahora lo vivo con una emoción inmensa. No me agobia no dormir, no tener tiempo para mí, no pedir nada y darlo todo.
Siempre me he recriminado a mí misma esa falta de flexibilidad, esa resistencia a aceptar lo que la vida te va enviando, esa pregunta ¿por qué a mí? en lugar de pensar ¡la vida es así! Pero hace un tiempo que he ido fraguando esta convicción de que ser flexible es mejor, mil veces mejor, en lo físico, en lo mental, en lo emocional… Primero me he ocupado siempre de ser flexible físicamente practicando yoga (aunque desde que nació la pequeña lo tengo abandonado…) pero me olvidaba de la verdadera flexibilidad, la mental, la que permite vivir con decisión pero también con serenidad. Hasta que un día pensé que prefería mil veces estar postrada en una silla pero con la mente abierta que con un cuerpo como un junco pero inmovilizada en un pensamiento.
El panorama que se me ha abierto delante de mí simplemente poniéndome en el camino de la aceptación sin temor a los cambios no es que sea fácil o mejor. Es el mismo panorama pero yo lo veo a través de los ojos de mis hijas, del amor, del vivir en el momento presente y de la inocencia. Puede que el fin del camino sea el mismo, pero al menos habré llegado descansada.
A todos los que estén pasando por un momento difícil, tengan presente que si es un momento de cambio, lo mejor será fluir y no resistirse ni oponerse. Llegaremos al mismo punto pero con el alma fuerte. Lo único que será constante en nuestra vida, es el cambio. Vivámoslo como un regalo, no como un castigo. No lo veremos en el «fregado» pero cada cambio tiene sentido cuando todo empieza a encajar con el paso del tiempo y a veces no hay que hacer nada: sólo vivir lo que llega, cuando llega y como llega.
Gracias por leer hasta aquí 🙂 Soy la primera que debo aplicarme esto que escribo. Me sé la teoría, fallo en la práctica 😉
Me encanta esta reflexión Maru y cuánta razón tienes. Es mejor fluir como el agua y ver las cosas desde un punto de vista más sosegado. Es cierto que la flexibilidad física y la mental son fundamentales para una vejez feliz. Besos y genial post 🙂
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Muchas gracias 🙂 Como queremos ser unas abuelas molonas dentro de unos años para volver a disfrutar de la alegría que dan los bebés, podemos usar esa meta para ser cada día más flexibles ante el cambio. Besos 🙂
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Me ha gustado tu reflexión. A veces es difícil aceptar los cambios, a mí me cuesta muchísimo 😃, pero es lo mejor para ser feliz. Una vez que se acepta se ve la vida de otra manera.
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Hola, a mí también me cuesta mucho pero cada vez menos. Los últimos años no han sido fáciles y me di cuenta de que cuanto menos me resistía, antes se me resolvían las adversidades. No es fácil, ni rápido pero se puede poco a poco y con cosas no muy trascendentales para empezar 😉 He visitado tu web pero estando en japonés no encontraba la manera de llegar a tu email 😉 Qué lejos estás y qué valiente 🙂
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No sé si valiente o inconsciente, jejeje! El amor me trajo por aquí y aquí me quedé. Yo también estoy buscando mi sitio en el cambio, por eso creo que te comprendo. Ser ama de casa, madre y «persona» no es fácil. Me alegro de conocerte!
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Igualmente 🙂 Sí, así es, vivir todas las facetas es complejo; creo que hoy día es todo más difícil que antes.
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