37 semanas dentro, 37 semanas fuera: fin de la exterogestación

Hola, mañana se cumplen 37 semanas de vida de mi pequeña. Estuvo 37 semanas dentro y mañana cumple 37 semanas fuera. El periodo de exterogestación ha concluido. Si te soy sincera, no tenía ni idea de lo que era la exterogestación hasta que lo leí estando embarazada en uno de los muchos blogs de maternidad que sigo. Es un término que no recoge el diccionario de la RAE por lo que su definición es un término nuevo en la literatura de pediatría.

Mi barriga semana 35

La exterogestación es el tiempo de duración similar a un embarazo a término, (normalmente 38 semanas desde la concepción, aunque normalmente se considera a término un embarazo de 37 a 42 semanas desde el primer día de la última regla), en el que el bebé continúa desarrollándose fuera del útero materno. No he encontrado cómo corregir la exterogestación en un bebé prematuro, sobre todo en grandes prematuros, pero entiendo que habría que hacer algún ajuste a la duración de la exterogestación en estos casos, ampliándola hasta los 8 o 9 meses de nacido y no al número de semanas en que estuvo dentro de su mamá.

Desde un punto evolutivo, el ser humano, desde que comenzó el tránsito de cazador a cazador recolector, está demostrado que a medida que se iba produciendo una ventaja en su desarrollo (como por ejemplo pasar de andar a cuatro patas a andar erguido en bipedestación), el tamaño del cerebro iba creciendo, ya que cada ventaja evolutiva aportaba capacidades nuevas. Por tanto, a medida que nuestra postura se iba irguiendo, nuestro cerebro iba creciendo y la duración del embarazo se acortaba, para que nuestro nuevo cráneo, más grande, pudiera pasar por el canal del parto.

Hay científicos que consideran que la duración del embarazo humano antes de esta novedad evolutiva duraba unos 18 meses (9+9 meses) y otros amplian el periodo hasta 21 meses. Tiene su lógica, ya que nuestro amado bebé de 9 meses ha experimentado unos cambios tan increíbles que lo hacen una personita mucho menos vulnerable que un recién nacido: gatea (se desplaza), balbucea (ma-ma-ma), grita, tose, reconoce las caras conocidas, se asusta de los desconocidos (¿por qué la ansiedad de separación es a los aproximadamente 8 meses y no antes ni después?), se mantiene sentado y controla su cuello y cabeza perfectamente. Su cerebro, que al nacer sólo estaba desarrollado un 25% ha alcanzado casi el 90% de su rendimiento.

Este periodo de exterogestación es en parte un atraso evolutivo y nos aleja de los primates acercándonos a los marsupiales. Es por eso que muchos productos infantiles de la crianza en el apego se llamen «canguro», cangurito» o términos similares.

Nuestros bebés nos necesitan mucho en el periodo de exterogestación. Necesitan estar en brazos todo el tiempo, lo necesitan para completar el desarrollo sus inmaduros cerebros, para sentirse seguros, para estar calientes y tranquilos. Que pasen este periodo en brazos reduce su estrés, facilita su adaptación al mundo exterior, regula su ciclo de sueño y se reduce la posibilidad de problemas cardiovasculares futuros en nuestro bebé. Al llevar a nuestro bebé en brazos, segregamos oxitocina, la hormona del amor, que contribuye a una lactancia más exitosa.

En otras culturas los bebés son porteados por sus madres de manera natural. En nuestra cultura cada vez se ven más madres porteando sus bebés y utilizando con menos frecuencia esos artilugios que nos hemos inventado para separar a los bebés de las mamás, ya que se supone que en esto consistía la liberación de la mujer ¿no? Nótese la ironía, por favor. Como artilugios me refiero a hamacas, cochecitos, capazos, sillitas… Ojo, yo también en determinados momentos utilizo hamaca y sillita de paseo, hace tiempo ya que procuro moverme en los intermedios y no en los extremos 😉

Que mañana se cumpla el último día de la exterogestación de mi bebé es un momento muy importante en la vida de ambas. Mientras lo escribo mi corazón se encoge, por un lado siento una alegría inmensa. Por otro lado muchísima nostalgia.

Disfruto muchísimo con esta nueva etapa, mi bebé es una personita de muy buen carácter, que se ríe muchísimo, que me mira con ojos llenos de amor en cualquier circunstancia, que se duerme en la teta en las siestas que hace durante el día, que en algunas de esas siestas yo también me quedo traspuesta y la veo como abre el ojo, comprueba que estoy ahí, me sonríe y se vuelve a dormir. Tiene 4 dientes, come trocitos de cualquier cosa porque casi todo le gusta, me ha pegado algún «bocao», ya sólo quiere el baño sentada y no tumbada sobre mi brazo, se frota los ojos cuando tiene sueño, tose cuando siente que  no le hacemos caso, dice mamá con toda claridad y entiende cuando le digo «vamos a buscar a hermanita al cole». A veces hace por cogerme la cara con sus manos y darme un beso. Ya no es esa bebé frágil que no hacía otra cosa que mamar, dormir o llorar incómoda sin saberse por qué. Igual que me pasó con la mayor, esta etapa dura en el momento, que no se puede disfrutar del todo cuando estás en el «fregado», luego se añora.

Volviendo a la exterogestación y los brazos, a los Reyes le he pedido una mochila ergonómica para esta nueva etapa, el fular ya no me sirve porque me queda flojo así que el porteo se ha convertido en llevar en brazos casi 7 kg de amor y mis hombros se están resistiendo, sobre todo el izquierdo para dejar libre la mano derecha y hacer cosas tan insólitas como cocinar o cepillarme los dientes con ella encima. Así y todo no cambiaría nada de este esfuerzo, sé que esta etapa también pasará igual que ya pasó la etapa en la que no hacía otra cosa que dar teta. Y estoy feliz, pero no puedo evitar sentir nostalgia. Me repito mucho, lo sé 😦

Debido a unas circunstancias profesionales injustas y desafortunadas, he podido vivir la exterogestación como yo quería; he podido alinear lo que pensaba, lo que decía con lo que hice: renunciar a un trabajo para estar ahora mismo como estoy. Y no, no me lo puedo permitir, el sacrificio económico que estoy haciendo en ocasiones me hace dudar. Pero mis circunstancias, por un lado personales, y por otra, profesionales, me llevaron a tomar, creo, la que fue la mejor decisión de mi vida, con todas las dificultades que ello implica.

Con mi hija mayor hice lo convencional (por falta de información y falta de apoyos) y siempre me arrepentiré: me incorporé al trabajo después de 16 semanas de baja, la puse en guardería con 11 meses (hasta entonces la dejaba con mi madre) y no la tuve tanto en brazos como me hubiera gustado. Comparando una y otra experiencia, estoy más que convencida de que la baja maternal debería durar como mínimo 9 meses para que nuestros bebés pudieran pasar su exterogestación en brazos de mamá. Aunque considero que la duración óptima de la baja maternal debería ser 12 meses.

Ojalá algún día nos acerquemos más a ese panorama nórdico en cuanto al valor de la maternidad, países donde ser madre no te quita valor profesional, sino todo lo contrario, te da un gra valor como persona, ya que contribuyes al futuro desarrollo del adulto del mañana y allí te lo premian mejorando tus circunstancias profesionales después de la baja de maternidad que dura muchísimo más que nuestras insuficientes 16 semanas.

Si estás a punto de ser mamá, o tu bebé sigue desarrollándose en su periodo de exterogestación o conoces a alguien en es periodo, te animo a disfrutar de esta etapa con tu bebé en brazos. Será un niño (y futuro adulto) seguro de sí mismo. No se va a malcriar, es un bebé indefenso, es lo único que necesita: amor, calor, seguridad, compañía y los brazos de mamá son todo eso y más.

Gracias por leer hasta aquí ¿Cómo fue la exterogestación de tu bebé? ¿La harías igual o cambiarías algo? Estoy encantada de leer tus comentarios y si te gusta, comparte 🙂

 

 

 

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