¡Hola! ¿Cuántas veces habré escrito que me he retrasado con una publicación porque no tengo tiempo? ¡Muchas! Y la verdad es que incluso a mí me cansa oírme decir que no he podido hacer esto o lo otro porque no he tenido tiempo.
El tiempo es el que es. Disponemos de 24 horas cada día y claro que tenemos tiempo, la clave está en cómo lo utilizamos y a qué le damos prioridad. Yo le doy prioridad a cualquier cosa antes que a los autocuidados. Por ello, desde hace un tiempo, la falta de ejercicio físico regular y dedicar un tiempo para mí de vez en cuando, me estaban empezando a pasar factura en forma de dolor de espalda y sentimiento de frustración con mi vida. Año tras año, uno de mis objetivos es dedicarme más tiempo de autocuidados, tan importantes y necesarios, pero año tras año, no consigo acercarme ni siquiera a un mínimo cumplimiento de este objetivo.
Pero… desde que empezó este año 2019, esta situación está cambiando poco a poco, lentamente, con una herramienta que conocía pero había olvidado. Voy muy poco a poco pero todo es empezar… Te lo cuento:
consiguiendo que las cosas se hagan (getting things done)
Hace mucho tiempo leí una entrevista a uno de los «padres» de Silicon Valley donde contaba cómo había mejorado de sus problemas de estrés y ansiedad gracias a la práctica del yoga y de la meditación. Me llamó mucho la atención cómo cambió esa tendencia de no tener nunca tiempo para sí mismo. Su situación comenzó a cambiar en aquel momento en que tocó fondo debido al exceso de trabajo. Él ya había intentado en varias ocasiones cumplir el objetivo de hacer deporte o cualquier actividad que le ayudara a desconectar de su trabajo, pero tal y como me sucede a mí, no conseguía un hueco para ello. Cuánto más lo intentaba, más incumplía el objetivo… y más ansiedad y frustración le causaba ya que estaba metido en una dinámica diaria de rutinas que era muy difícil modificar de un día para otro.
Introducir un nuevo hábito o rutina en nuestras vidas es algo que requiere tiempo para ser interiorizado, dicen que 21 días como mínimo, yo creo que incluso algo más.
Entonces empezó a introducir cambios tan pequeños que son fácilmente asumibles para cualquiera y, sin darnos cuenta, están ayudando a que interioricemos un nuevo hábito o rutina hasta que fluya por nuestra vida con relativa naturalidad. En la entrevista decía que comenzó deteniéndose a respirar de manera consciente dos minutos (sí, sólo dos minutos) cada mañana porque, afirmaba, «¡dos minutos sí que tengo!».
No sé cómo ni por qué, el otro día me vino a la mente esa entrevista y pensé «¿por qué no hacer yo lo mismo?». Pero antes de lanzarme al vacío para darme otro golpe en forma de frustración por un objetivo sin cumplir, decidí investigar un poco más. Así llegué a un método de organización del tiempo creado por el consultor David Allen, denominado Getting things done (consiguiendo que las cosas se hagan). Es un método sencillo de organización personal fácilmente aplicable a cualquier actividad: hogar, trabajo, estudios…
Entre las recomendaciones del método está «la regla de los dos minutos» que viene a decir que si una tarea conlleva poco tiempo para ser realizada, debe hacerse en el momento. Se trata de no acumular muchas tareas pequeñas que luego nos llevaría mucho más tiempo gestionar. Por supuesto, los dos minutos son simbólicos, pueden ser dos, cinco, diez… depende de cada tarea.
Este método nos permitirá fácilmente conocer las tareas que tenemos pendientes y diferenciar las tareas que pueden resolverse sobre la marcha de las que no. Para poner en práctica la regla de los dos minutos es necesario antes conocer sus líneas básicas:
- Bandejas de entrada de tareas: es el lugar físico o virtual donde tenemos nuestras tareas. Por ejemplo, en nuestro buzón de entrada del correo electrónico tenemos correos que se responden rápidamente y otros que precisan una respuesta más elaborada. Responderemos de inmediato a los que requieren «dos minutos o menos». Una bandeja de entrada puede ser también una lista donde apuntamos cosas pendientes por hacer: llamadas, compras, recados, etc.
- Hacer colecciones de tareas: es la manera de agrupar tareas similares como compras, llamadas, correos por responder, rutinas por cumplir, etc. Así iremos resolviendo por grupos homogéneo muchas tareas pendientes.
- Conservar la información: realmente se trata de tener un soporte físico para integrar las tareas pendientes de las bandejas de entrada que ya hemos agrupado por colecciones: una agenda, una libreta y quizás una caja para tener ordenada alguna correspondencia en papel o documento pendiente de gestionar por nuestra parte. Lo importante de este apartado es que todo lo que está anotado o debidamente guardado hasta su gestión, nos libera de una gran carga mental de lo que tenemos pendiente. No es necesario estar atentos a nuestra memoria sino acudir a nuestra agenda y/o libreta. De un vistazo tendremos fácil acceso a las tareas que podemos quitarnos de encima de inmediato y hacerlo; las tareas pendientes que llevan más tiempo; tachar lo que ya hemos solucionado y anotar lo nuevo que surja.
mi experiencia
Cuando recordé esta entrevista y lo de empezar por dos minutos en esas actividades que programo y no cumplo desde hace demasiado tiempo, pensé que sería un buen recurso sobre todo para integrar en mis rutinas diarias hacer ejercicio de manera constante.
Al profundizar un poco en el método, el sistema de bandejas de entrada y realizar de manera inmediata las tareas que requieren poco tiempo, me ha ayudado no sólo al objetivo de hacer ejercicio sino a organizarme mucho mejor en general.
Cada día reviso mi lista de pendientes y comienzo por aquellas tareas que se resuelven y gestionan en poco tiempo. He creado una serie de rutinas de 10 a 30 minutos diarios que anoto en la agenda para que «cuenten» como una obligación más. Da igual si lo hago por la mañana o por la tarde, la idea es hacerlo antes de que el día acabe, aunque voy teniendo preferencias de horario.
Poco a poco estas nuevas rutinas de 10 a 30 minutos se están convirtiendo en un hábito, que es lo que realmente me interesa. Más adelante, si es necesario, les dedicaré más tiempo, pero por el momento es suficiente así. Por fin puedo cumplir con este objetivo-rutina y no frustrarme más por no cumplirlo, al mismo tiempo que se convierte en un hábito.
Así, por ejemplo, los lunes y miércoles dedico 10 minutos a estiramientos suaves, 10 minutos a meditación con respiración consciente y otros 10 minutos a escribir en mi cuaderno de afirmaciones positivas. Los martes y los jueves dedico 20 minutos a hacer yoga y 10 minutos a mi cuaderno de gratitud. Los viernes toca caminar media hora a paso ligero… Parece muy poco lo sé, pero antes no hacía nada y ahora hago algo y con intención de una vez bien interiorizadas estas nuevas rutinas, ampliar el tiempo de dedicación al ejercicio físico.
Por último, una curiosidad. Me ha ayudado mucho el uso del cronómetro. Me permite no estar pendiente del tiempo ni del reloj y poder concentrarme plenamente en la rutina que quiero hacer. Antes de meditar, pongo mi cronómetro en marcha y me olvido del tiempo hasta que suena… Y así con todas estas nuevas rutinas que deseo que se conviertan en tan naturales como el respirar, para no tener que volver a verlas como un objetivo a cumplir sino como parte de la vida, porque para tener una vida saludable ya se sabe que no vale sólo con descansar y comer bien. El ejercicio adecuado, los pensamientos adecuados y una espiritualidad adecuada también son muy importantes. Es el paquete necesario para lo que yo llamo estar BIEN con mayúsculas.
¿Y tú? ¿Cómo te organizas para poder hacer «todo» lo que te propones? ¿Me das alguna sugerencia? ¡Te lo agradecería mucho!
Si te ha gustado esta publicación, déjame un comentario, dale a me gusta y/o dale a compartir. ¡Muchas gracias!
2 comentarios sobre “Sí: ¡tengo tiempo!”