Hacia «Zero Waste»

¡Hola! Por aquí te voy a contar cómo he reducido los residuos que llevo a la basura. Desde hace unos años me sentía tremendamente mal conmigo misma cada vez que tocaba sacar la basura. Me sentía mal sobre todo con los residuos plásticos y con la basura en la que se mezcla lo orgánico con otras cosas como telas, maderas, etc., ya que sus contenedores se llenaban rápidamente en mi casa. En mi municipio todavía no hay contenedor específico para materia orgánica únicamente. Los contenedores de vidrio y papel me preocupan menos porque su reciclado en ambos casos es muy eficiente.

brotes verdes

Para reducir los residuos de nuestra casa, y eso que todavía generamos muchos residuos, he pasado a la acción en un proceso gradual que no ha terminado. Me gustaría ir añadiendo nuevas acciones de consumo que nos ayuden a generar menos residuos. Mi meta no es vivir “Zero Waste” por mucho que me gustaría; pero no sería realista. Formo parte de un hogar de cuatro personas, cada una con sus propias necesidades y con un tiempo libre escaso, incompatible por el momento con hacer la compra a granel en diferentes establecimientos.

Pero siempre hay algo que se puede hacer… y nosotros hemos tomado la acción con 10 cambios en nuestras decisiones de consumo y es nuestra intención seguir avanzando en esta línea, dentro de nuestras posibilidades:

  1. Beber agua del grifo: en nuestra zona no hay restricciones de agua potable por problemas de nitritos, flúor u otros residuos. Por lo tanto, ya no consumimos agua embotellada desde hace unos cuantos años. Comenzamos con la típica jarra con filtro, pero mensualmente había que cambiar el cartucho, generando un residuo, así que instalamos debajo del fregadero de la cocina un sistema de filtrado y tratamiento de agua por ósmosis. No podemos estar más contentos, ya no tenemos que llevar botellas vacías de agua al contenedor. Si no te queda más remedio que beber agua embotellada, es mejor adquirir el formato mayor (8 litros) y trasegar el agua a un recipiente de vidrio con grifo. Este es otro asunto, pero cuanto menos esté el agua en contacto con plásticos que han sido tratados con protector contra los rayos UV y que pueden dejar residuos perjudiciales para nuestro sistema endocrino, mejor. (Nicolás Olea, «Liberáte de tóxicos», RBA, capítulo «Dientes de plástico»). Por otro lado, es mejor generar un solo residuo (la garrafa de 8 litros) que 16 botellas de medio litro y sus 16 tapas.
  2. No al café en cápsulas: durante un tiempo tuvimos una cafetera de cápsulas. Me deshice de ella: la regalé a una persona que toma muy poco café, únicamente cuando tiene alguna visita. No me parece sostenible que el simple hecho de tomar un café en el desayuno genere un residuo innecesario y que además no se recicla nada bien ya que consta de 3 partes: el recipiente es metálico, la tapa es plástica y el contenido es orgánico. Por no mencionar el propio proceso productivo de las cápsulas, que de por sí es mucho más contaminante que el simple hecho de envasar café molido al vacío. Hemos vuelto a la cafetera de toda la vida, donde el único residuo que se genera son los posos del café.
  3. Jabones y champú sólidos: primero comenzamos sustituyendo, a medida que se iban acabando, los jabones líquidos para las manos por pastillas de jabón. Luego hicimos lo mismo con el gel de baño y desde hace relativamente poco, con el champú. Duran más, cumplen su función perfectamente y cuando se acaban no dejan ningún residuo más que una simple cajita de cartón kraft fácilmente reciclable. Las jaboneras las hemos puesto de bambú, aunque tenemos también alguna de plástico que no hemos quitado porque hay que apañarse con lo que ya se tiene en la casa para no generar más y más residuos.
  4. Desodorante casero: utilizo un desodorante casero que me hago yo misma con aceite de coco, harina de maíz, bicarbonato y aceites esenciales. Su eficacia es prácticamente igual que los desodorantes convencionales pero sin sustancias perjudiciales para nuestra salud (alcohol, aluminio…) Sin embargo, para días de mucho calor o en los días que por tensión nerviosa el sudor puede ser más fuerte, utilizo un desodorante “convencional”. Son pocos días al año, así que la generación de residuo es mucho menor que antes.
  5. Compresas y salvaslips de tela: hace años que utilizo la copa menstrual pero a diario también utilizo salvaslips y en algunos días de la regla también utilizo compresas. Antes utilizaba salvaslips y compresas de algodón ecológico para evitar irritaciones en la piel de esa zona. Entre la caja donde venían, el papelillo que se retira para que se fijen a la ropa interior y la propia compresa o salvaslip, estaba generando residuos a diario. Hoy utilizo tanto los salvaslips de uso diario como las compresas para la regla de tela. La adaptación a los cuidados que necesitan (lavado a mano) ha sido fácil.
  6. Conservas sólo en cristal: poco a poco he ido sustituyendo algunas conservas y alimentos en lata como guisantes, maíz, aceitunas, cerveza… en envase de vidrio. El proceso productivo de las latas es mucho más contaminante que el proceso productivo del cristal, que además se puede reciclar una y otra vez con resultados óptimos. Además, el cristal no deja ningún residuo en el alimento, al contrario que sucede con el revestimiento de las latas (normalmente resinas epoxi), para que no lleguen sustancias oxidantes a los alimentos. Dichas sustancias, como resinas y otro tipo de recubrimientos, pueden ser cancerígenos (Nicolás Olea, «Liberáte de tóxicos», RBA, capítulo «Dientes de plástico»). Muchos botes de cristal los utilizo luego para conservar en mi despensa alimentos como frutos secos, compotas y mermeladas caseras, etc.
  7. Bolsas de tela reutilizables: cuando hago la compra de fruta y verdura a granel, no utilizo ni las bolsas de plástico ni el guante; llevo mis propias bolsas de tela de redecilla de algodón y mi propio guante, también de algodón. Después de cada uso los meto en la primera lavadora que ponga en marcha y quedan listos para la siguiente compra semanal.
  8. No a la copia del pago por datáfono: casi todas mis compras las pago con tarjeta. De estas compras sólo conservo el tique del establecimiento y rechazo siempre la copia del pago. No merece la pena tener esa copia; si fuera necesario se puede descargar de la banca online. Además, suelen estar impresos en papel térmico que ya se sabe que tienen altos contenidos de bisfenol A, una sustancia muy perjudicial para nuestra salud y que cuanto menos manipulemos, mejor. (Nicolás Olea, «Liberáte de tóxicos», RBA, capítulo «Dientes de plástico»).
  9. No al film transparente ni al papel de aluminio en la cocina: que si un pimiento que se nos quedó a la mitad, un trozo de queso, un poco de ensalada en un cuenco… esas cosas que antes conservaba en la nevera envueltas en film transparente o tapadas con papel aluminio… ¡ya no! Existen en el mercado unos envoltorios de tela de algodón orgánico impregnados en cera de abeja que cumplen la misma función de manera sana y natural. Con el calor de nuestras manos se moldean a la perfección alrededor del alimento que queramos conservar, lo preserva de olores, lo mantiene fresco más tiempo y se limpian fácilmente bajo el agua limpia sin dejar olores ni rastros. Existe también la opción vegana con otro tipo de cera que no es de abeja.
  10. Menos productos de limpieza: he reducido a unos pocos los productos de limpieza en mi casa y estoy investigando la manera de hacerlos yo misma. Por lo pronto, con vinagre para limpieza y aceites esenciales, tengo una solución aromática y natural para los suelos y también un agua de romero y limón para desinfectar y aromatizar la encimera. Procuro echar por los desagües la menor cantidad posible de productos de limpieza aunque me gustaría avanzar mucho más en este sentido.

Y éstas son 10 de las acciones que hemos ido tomando para reducir nuestros residuos. ¿Estoy contenta? Sí. ¿Estoy satisfecha? No; me queda mucho por hacer. Es verdad que nuestros residuos son cada vez menores, pero aún así son muchos: la pequeña lleva pañales todavía, utilizo toallitas húmedas, comprar productos de limpieza a granel me supondría trasladarme de ciudad para ello, mi hija mayor no quiere saber nada de champú en pastilla ni de compresas de tela, yo utilizo pañuelos y discos de algodón desechables y aún estamos lejos de poder conseguir todos los alimentos que consumimos a granel. Me gustaría ver al detalle cómo es el día a día (Zero Waste Home) de esta familia de cuatro miembros que al año generan residuos que caben en un bote de mermelada: ¿cómo hacen para beber cerveza y vino? ¿nunca compran una tableta de chocolate?

Creo que lo importante es cada uno pase a la acción en la medida de sus posibilidades. Muchas personas por aquí dejando el café en cápsulas, otras tantas bebiendo agua del grifo filtrada por allá y otras usando jabón de manos y jabón de cuerpo en pastilla… hacen un mucho que sin duda nos beneficiará a todos, desde la reducción del consumo de recursos, la contaminación de los procesos productivos y la generación de residuos. La sostenibilidad de nuestra supervivencia pasa ahora más que nunca por las tres R: Reducir (el consumo), Reutilizar (lo que ya se tiene) y Reciclar (todo absolutamente en su contenedor correspondiente y en el punto limpio todo aquello que no tiene contenedor específico como pilas, cartuchos vacíos de tóner o tinta, CD’s, radiografías…). Yo añadiría una cuarta R: Reparar lo que se estropea antes de comprar nuevo.

Muchas gracias por leer hasta aquí. Si te ha gustado la entrada, dale a me gusta o mejor aún, compártela. Estaría genial que te suscribieras, así recibirás cómodamente mis publicaciones en tu buzón.

La entrada “Hacia Zero Waste” se publica por primera vez en http://www.diariodeunamadreeconomista.com el día 17 de febrero de 2020.

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