Hace unas semanas publicaba sobre cómo había organizado un rincón en mi casa para que mi hija pequeña pudiera desarrollar cada día su lado artístico. Hoy día 25 de mayo de 2020; estamos en lo que llaman la «desescalada del confinamiento». Donde resido estamos ya en la fase 2. No quiero obviar esto, porque mi corazón está con todas las personas que han perdido a sus seres queridos por esta crisis sanitaria de la que hablo aquí y también aquí.

Dos meses después de haber puesto en marcha esta aventura artística, paso por aquí para contarte mis sensaciones:
- En primer lugar, quisiera hacer hincapié sobre la elección de los materiales: recomiendo que sean de buena calidad, a ser posible fabricados en la UE (sobre todo aquello en lo que a pigmentos se refiere, ya que todo lo que suponga pigmentos supone también contaminación del Medio Ambiente y riesgo de toxicidad; nuestro entorno europeo dispone de normas claras al respecto). Las consecuencias de adquirir productos de buena calidad (ojo, no digo profesionales, digo de buena calidad, normalmente de uso escolar o para principiantes como es el caso de las acuarelas y sus pinceles) son muchas: ahorro económico (seguro que has oído hablar de “lo barato sale caro”) ya que los productos de buena calidad duran más porque necesitas usar menos cantidad y el resultado del trabajo es siempre mucho más cuidado y vibrante. Que el niño se sienta satisfecho de su creación es un regalo para su autoestima y un impulso para seguir creando. Además, a nosotros los mayores nos termina apeteciendo hacer cosas creativas con ellos cuando sentimos que los materiales funcionan.


- Creación de un hábito saludable: en lugar de ver la televisión, todos los días después de comprar el pan y dar un paseo, toca “hacer un trabajo”. Mi pequeña se ha acostumbrado a esta rutina con los beneficios que ello conlleva: está alejada de la televisión y otros dispositivos móviles, se siente tranquila, concentrada y conectada con su interior. Disfruta del proceso sin juicios ni dudas, nos ponemos de acuerdo con el material que desea utilizar y a partir de ahí le preparo todo lo necesario. Se sienta y comienza su propio proceso creativo. Yo apenas intervengo, me dedico a observar sin intervenir y en algunas ocasiones, hago junto a ella otro trabajo con los mismos materiales que está utilizando ella.

- Animamos al niño a disfrutar del proceso creativo: la finalidad no es un trabajo bonito ni perfecto. A sus propios ojos es bonito y perfecto, y eso es lo que debemos valorar. No estamos mirando los resultados con nuestros ojos llenos de juicios e ideas preconcebidas. De hecho, se recomienda que modifiquemos nuestro lenguaje y en lugar de decir “¡qué bonito!” (lo que implica un premio o recompensa) le preguntamos qué significa su dibujo, si le gusta el resultado o si ha disfrutado mientras lo ha hecho. No pasa nada si se te escapa un “¡wow qué bonito te ha quedado!”. A mí me pasa constantemente, pero es más pedagógico y educativo hacer otras preguntas que le indiquen al niño que lo más importante no es si el trabajo es bonito o feo sino si se lo ha pasado bien haciéndolo.

- No te preocupes si no tienes ideas: Yo tampoco tenía muchas al principio. Así que empecé por algunas cosas que había aprendido en el curso “Arte para niños” que hice en febrero. Como dice el refrán, “el hábito hace al monje”, así que una vez empiezas con la rutina diaria artística, empiezas a mirar el mundo de otra manera y las ideas salen solas. A mí me ha pasado que cuando salimos a dar nuestro paseo, me voy fijando en las flores en las macetas de los vecinos para llegar a casa e intentar pintarlas o hacer un collage.

- Todos los niños llevan un artista dentro: no tienen prejuicios ni vergüenza y así, con esa naturalidad que ellos tienen, debemos apoyarlos. Al principio hay que dirigirlos un poco más, pero luego son ellos mismos los que deciden qué y cómo quieren hacer sus creaciones diarias.

- La rutina de hacer un trabajo artístico cada día, como cualquier rutina, les da seguridad; al mismo tiempo, este hábito en concreto proporciona un rato de descanso y meditación activa, fundamental para contrarrestar la sobre-estimulación actual que reciben los niños. Además, es una manera estupenda de ayudarlos a que aprendan a resolver problemas: que si esto no pega bien voy a poner más pegamento, que si este rotulador es muy grueso y me salgo, voy a pedir un lápiz… Dedicándole un rato diario a sus creaciones artísticas, ellos mismos van haciendo su propio catálogo de solución-problema, aplicando la creatividad y la lógica, con lo cual, esta aptitud les será de gran ayuda en su vida adulta, donde en un entorno cada vez más robotizado las competencias que harán destacar al ser humano son las denominadas 4C (Cultura, Creatividad, pensamiento Crítico y Confrontación; más información aquí)

- La suciedad no debería preocuparte si eliges un sitio apropiado: el niño puede usar ropa solo para pintar durante un tiempo hasta que sea tan habilidoso que apenas se manche, como le sucede ahora a mi pequeña. A pesar de que ya apenas se mancha, siempre se pone una “bata de pintora” encima. Si vamos a hacer un trabajo muy grande cubrimos el suelo o la mesa con un hule grande. Casi todos los productos pigmentados (acuarela, témpera y rotuladores) que tenemos son fabricados en la UE, no tóxicos y lavables. Hasta la fecha no he tenido ningún problema irreparable, pero aún así, siempre tomamos algunas precauciones. Cada vez menos, porque en cuestión de semanas, los niños afinan de tal manera que se desenvuelven perfectamente. Otra ventaja de este hábito es el tremendo desarrollo de su destreza fina en muy poco tiempo.

- Participación de toda la familia: este hábito llega a convertirse en una actividad familiar, donde hay días en que todos hacemos una actividad de manera conjunta. ¡Es tan enriquecedor sentir unión en una actividad tan gratificante!

- La búsqueda de la inspiración: entre los materiales elegidos para mí, porque yo también llevo una artista dentro 🙂 están las acuarelas. Había comprado papel de buena calidad, unas acuarelas bastante apropiadas y un par de pinceles. No sabía por dónde empezar… Buscando ideas y lecciones de aprendizaje di en YouTube (también está en Instagram y tiene un blog) con Annel Vare. Cuando di con ella tenía apenas 600 seguidores. En dos meses ya le siguen más de 20.000 personas. En muy poco tiempo, siguiendo sus lecciones por orden cronológico, soy capaz de pintar acuarela suelta sin miedo, disfrutando del proceso y en ocasiones con resultados bonitos. Voy paso a paso, sin prisa. Sólo tuve que invertir algo de dinero en mejorar mis pinceles y poca cosa más, porque Annel te lleva de la mano hacia el apasionante mundo de la acuarela de menos a más. Gracias a ella he conseguido hacer algo que siempre había querido hacer pero nunca me había atrevido. No tenía confianza ni tampoco de quien aprender. Si quieres aprender a liberar tu artista interior, a utilizar las acuarelas o simplemente a soltarte a pintar, te la recomiendo.

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La entrada “Evolución de nuestro Rincón del Arte” se publica por primera vez en http://www.diariodeunamadreeconomista.com el día 25 de mayo de 2020.
2 comentarios sobre “Evolución de nuestro «Rincón del Arte»”