Tengo 46 años… y me queda poco ya para cumplir 47 años. Tengo dos hijas, una de 14 años y otra de 3 años, que como parte de su alimentación variada y equilibrada aún toma lactancia materna, la mal llamada “lactancia prolongada”. Empiezo a tener, bueno, realmente desde hace un tiempo aparecen sin prisa pero sin pausa, achaques propios de la edad. Es posible que pase del fin de la lactancia (deseo un destete natural) a la perimenopausia o menopausia de manera continua, una cosa detrás de la otra…
… e igual que con otras cosas en mi vida, no tengo ni idea de qué esperar de la menopausia. Seguro que, sobre todo si tienes hijos, en algún momento del embarazo te topaste con el famoso libro “Qué se puede esperar cuando se está esperando”. Es un libro presente en todas las consultas ginecológicas y un clásico en el mundo de las madres primerizas. Yo no lo leí ni lo compré, me fui más por otros sobre embarazo natural y cosas así, pero de eso hace ya mucho tiempo, porque como nos pasa a todas, me interesó en el primer embarazo. En el siguiente, casi todo me sonaba.
Este desconocimiento de la menopausia me ha hecho pensar en la falta de información que todavía hoy en pleno siglo XXI seguimos teniendo las mujeres en cuanto a nuestro cuerpo y las cosas que nos afectan: menstruación, sexualidad, lactancia, embarazo, parto, puerperio inmediato, postparto, perimenopausia y menopausia. No es sólo falta de información sino falta de información veraz y contrastada, o peor aún, silencios por vergüenza o por considerar tabú asuntos de nuestra propia naturaleza… y que valga la redundancia, deberían ser tratados con total y absoluta naturalidad.
En la primera etapa de la vida, con respecto a la menstruación, todavía hoy me sorprende que las niñas y adolescentes siguen creyendo mitos que se cuentan en lugar de acudir a fuentes fiables de información como su centro de salud, sus familias e incluso con personal especializado en sus centros educativos. Siguen creyéndose a pies juntillas que es normal que la regla duela o que los ciclos regulares siempre duran exactamente lo mismo, olvidando que la regularidad del ciclo menstrual es perfecta en sus irregularidades día arriba día abajo… Lo peor no es creer en mitos que no tienen ningún fundamento sino que además desconocen por completo el mecanismo de la menstruación, cuándo se produce la ovulación, sus síntomas así como los cambios físicos y anímicos durante todo el ciclo menstrual… A mi hija le da cosa hablar de la regla conmigo, así que al principio le compré este libro y este también. En la actualidad, podemos conversar de vez en cuando sobre cómo se siente según qué días para que sepa identificar los diferentes estados de ánimo durante el ciclo menstrual, para que lo acepte y maneje de la mejor manera posible con naturalidad.
Cuando las mujeres se inician en su sexualidad, volvemos a toparnos, todavía hoy, con mitos y más mitos. Y encima asistimos atónitas, las que tenemos una edad, con una regresión en la independencia de la mujer cuando se observa un aumento de chicas jóvenes controladas en todo momento por sus novios y chantajeadas en las redes sociales si no hacen lo que ellos quieren. Como si hubiéramos vuelto a la época de las cavernas en lugar de estar en pleno siglo XXI. Muchas jóvenes no disfrutan de su sexualidad porque han llegado a ella a la fuerza para conservar a su lado a un novio. Tienen complejos con su cuerpo y una imagen totalmente distorsionada de lo que es una sexualidad sana y natural, conclusiones erróneas a las que llegan por la imagen estereotipada de la mujer en la publicidad, la música, el cine… La única manera de combatir esto es con educación, formación y diálogo. Y también con el ejemplo de las personas que son su referente. De nada vale acceder a información adecuada si después una madre se mira al espejo y dice que está gorda, fea o mayor o se pone a los pies de los caballos continuamente… Nuestras hijas hacen lo que ven que nosotras hacemos, no lo que les decimos.
En la madurez, en todo lo que rodea el embarazo, el parto, el puerperio inmediato y el postparto quizás no haya tanta desinformación como unos niveles altos de exigencia que se alejan de la realidad: mujeres que presumen de correr un maratón en el último mes de embarazo, publicidad de mujeres embarazadas radiantes y muy arregladas, mujeres que dan a luz sin pestañear y en dos días presumen de meterse en sus vaqueros de siempre… No entro a valorar si esto está bien o no, allá cada una, pero no mostrar el otro lado del espejo, supone dos cosas: la primera, crear una presión añadida a una mujer embarazada que ya tiene bastante con lo que lidiar y, la segunda, crear un sentimiento de culpa por no cumplir con esos estándares. Mis dos embarazos fueron terribles en sus primeros meses, en el embarazo de la pequeña fueron casi 6 meses de debilidad, muchos vómitos diarios, nauseas… lo máximo que podía hacer por mi higiene personal y aspecto exterior era darme una ducha diaria: ni cremas, ni maquillaje ni complementos ni ropa ideal… ¡no podía con mi alma! Lo contaba con pelos y señales aquí. Y a pesar de ser normal sentirse así, ni se normaliza ni se cuenta.
Pero donde los mitos se llevan la palma es en la lactancia. Que si con la leche materna no se llenan por eso se pasan el día pegados a la teta o llorando. Que si la leche sólo alimenta los 6 primeros meses. Que si la lactancia más allá del año es vicio. Que si la leche pierde propiedades y es como agua a partir del año. Que si la leche se va con sustos y disgustos. Que si la lactancia es patriarcal y machista (sobre eso mi opinión por aquí)… La lista con respecto a los mitos de la lactancia es tan extensa como falsa. El problema es que nos hemos desconectado tanto de nuestra propia naturaleza, que mujeres de mi edad no estábamos habituadas a ver a otras madres dando de mamar. Mi hermano fue criado con biberón así que yo no tenía ninguna referencia con respecto a la lactancia. Por suerte los grupos de apoyo a la lactancia, páginas web de médicos de reconocido prestigio donde se recopilan medicamentos, hierbas y otras sustancias y su compatibilidad con la lactancia, pediatras que defienden y apoyan la lactancia materna sobre todas las cosas… están cambiando las cosas. Incluso en los hospitales, a las mamás se les da un listado de los grupos de apoyo a la lactancia de su ciudad, pues una vez que han visto que gracias a la lactancia materna, disminuyen los ingresos hospitalarios, y por ende, los costes, han emprendido por fin, la defensa de la mejor alimentación para el bebé recién nacido y que puede ser el complemento de una alimentación complementaria sana y completa hasta que la madre y el niño quieran.
Y entonces llegamos al final de la vida fértil de la mujer, la menopausia y sus primeros estadios, la perimenopausia. Como me ha pasado con casi todo (embarazo, parto, puerperio, sexualidad, lactancia…) con respecto a la menopausia, no tengo referencias. Mi madre fue operada de una histerectomía con 40 años y ello la precipitó a una menopausia precoz que fue tratada con fármacos. Otras mujeres de mi familia ya han pasado por la menopausia, pero eso fue hace años y no era un tema presente entre mis inquietudes ni curiosidades. Con lo cual, llegamos a ese momento de la vida en que me encuentro cerca de esa nueva etapa sin tener ni idea de qué va realmente, más allá de unas pocas ideas. No sé muy bien si esas ideas son mitos, medias verdades o realidades, y lo peor de todo es que no siento necesidad de momento de averiguar mucho más. No es que no quiera saber, sino que no quiero saber desde un punto de vista académico. Digamos que prefiero acercarme a la menopausia con el conocimiento de la experiencia de otras mujeres, desde un punto de vista más cercano y natural. Deseo una transición (de mi vida actual a esa etapa de mi vida) natural, acompañada y, espero, sin demasiados sobresaltos. Me suenan cosas como que hay un cambio hormonal que facilita la relajación de los tejidos y la osteoporosis, que se sube de peso y es muy difícil bajarlo, que dan sofocos y mucho mal humor (más o menos igual que en el síndrome premenstrual), que la libido no hace acto de presencia… Estoy segura de que la menopausia es algo más que estas pocas ideas, pero quiero llegar a ellas de la mano de otras mujeres que ya la han vivido o la están viviendo en estos momentos.
Te agradecería mucho que me dejaras en comentarios, si ya has llegado a esa fase de la vida, cómo la has vivido y si se han cumplido las expectativas que tenías sobre ello. También me gustaría saber si estás en un momento similar al mío, si estás cerca de llegar a la menopausia, tienes alguna idea y te gustaría saber más, no tanto desde un punto de vista académico-científico, sino humano.
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La entrada “Qué esperar de la menopausia (y otros mitos…)” se publica por primera vez en http://www.diariodeunamadreeconomista.com el día 20 de julio de 2020.
Me ha gustado mucho tu publicación porque es cierto que casi todo se sigue tapando. En un par de meses tendré 50 y en 9 días, si la regla no aparece de improviso antes, tendré oficialmente la menopausia según me ha dicho mi ginecólogo porque llevaré un año sin regla. En los últimos 3 años he tenido 4 reglas y he vivido encantada ya que no tengo síntomas salvo picores ocasionales en la abertura vaginal relacionados con cambios hormonales que no eran nuevos para mí. Dicen que es uno de los síntomas pero yo ya los había sufrido un poco «en silencio» antes porque mi anterior ginecólogo no le daba importancia y yo me callaba. El actual me ha recetado dos cremas que alivian mucho, ojalá lo hubiera conocido antes. Yo creo que si esto lo hubiera hablado en algún momento con otras mujeres, alguna más habría en mi situación pero no es un tema de conversación habitual y seguimos sufriendo en silencio.
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Muchas gracias por tu testimonio. Sufrimos en silencio cosas tan naturales, que a veces parece que no hayamos avanzado nada. Yo tengo descenso de vejiga y uretra, aunque he mejorado mucho en mes y medio haciendo hipopresivos, pero todavía tengo que «organizar» cuanto líquido bebo si estoy fuera de casa y no hay baños cerca, porque ¡no me aguanto!. En días señalados del ciclo menstrual, por los dichosos cambios hormonales que refieres, también tengo picores y nunca lo he consultado. Esta publicación me ayuda también a mí a «salir del armario» porque siendo consciente de que callamos más de la cuenta, yo también lo hago…
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