La niña de 5 años

¡Qué tiempos aquellos en que publicaba dos veces al mes, me parecía y poco pensaba que “cuando sea más grande, tendré más tiempo”! Y ya tiene 5 años y cada vez tenemos menos tiempo. Y si le unimos a eso la situación que vivimos desde 2020 y de la que hablo aquí y aquí con mirada crítica, ya no te digo…

5 años
Imagen gratuita de Inkdrop para Freepik

 

La última vez que publiqué sobre su desarrollo fue cuando cumplió 4 años y de allí a aquí pocas cosas han cambiado ¡pero qué cosas!

Según un libro de puericultura que tengo en casa desde hace años, la niña de 5 años puede pesar entre los 13 y los 21 kg (entre 14 y 23 kg el niño) y medir entre 100 y 121 cm (entre 102 y 120 cm el niño). Mi pequeña roza los 20 kg y no tengo ni idea de cuánto mide.

A esta edad ya saben saltar a la pata coja y necesitan como agua de mayo jugar al aire libre y correr para gastar energías. Están preparados para soltarse en la bicicleta sin ruedines y para aprender a nadar-flotar sin manguitos. Deberían vestirse y desvestirse solos, aunque las prisas de la mañana muchas veces lo impidan y acabemos ofreciendo una ayuda que en realidad no necesitan.

Hablan como loros y son capaces de prestar atención. Todavía pueden mezclar realidad e imaginación (“no mienten”) y confundir lo suyo con lo de los demás (“no roban”). Según su propia personalidad son más o menos sociables, comienzan a tener su grupito de amigos más cercanos en la escuela y son capaces de distinguir el tiempo: ayer, hoy, mañana… y el espacio: delante, detrás, arriba…

Es posible que hayan dejado la siesta, pero es necesario que sigan durmiendo entre 11 y 12 horas por la noche. La hora de irse a dormir no debe ser más tarde de las 20.30-21.00. Comen de todo y de los 20 dientes de leche que ya tienen puede que alguno comience a moverse para caerse dentro de un año… menos en el caso de mi hija que un mes antes de cumplir 5 años se le cayó el primer diente de debajo de manera totalmente imprevista y el diente nuevo ya está asomando por ahí…

Como ya contaba cuando hablaba de los 4 años, hemos criado a nuestra hija en la independencia y la autonomía. Somos conscientes de que esto será buenísimo para su vida, pero qué momentos tan difíciles tenemos a veces con su tozudez, obstinación y decisión… Las rabietas que no tuvo a los 2 años las está teniendo ahora en un empeño de salirse con la suya. Hemos vivido algún que otro episodio digno de olvidar por decir “no te compro esto” en un centro comercial. Nosotros que no somos de pasar nuestro tiempo libre comprando, nos hemos topado con una niña que cuando nos acompaña a cualquier sitio sólo ve cosas que se pueden comprar y ¡las quiere todas!

En abril del año pasado, con 4 años y 2 meses, como te contaba aquí, pidió dormir sola en su cama. Cambiamos la cuna que tenía en su cuarto y que no usaba por una cama de 90 cm, le pusimos las sábanas que ella quería y cuando todo estuvo listo, se fue a su cama a dormir del tirón y hasta hoy. No hemos tenido ninguna pesadilla ni ninguna vuelta al pasado. Unos meses después, cuando tenía 4 años y medio, no quiso tomar ya nunca más lactancia por la noche para dormirse (desde hacía tiempo era la única toma) cosa que agradecí porque ya me producía mucha incomodidad. Alguna vez cuando se pone malita o mimosa me pide “tetita” pero no le hago ni caso, no niego ni ofrezco ni doy, simplemente, cambio de tema. Pensé que me daría mucha pena dejar la lactancia, pero llegó en el momento que tenía que llegar para ambas y no sentí pena sino alivio y gratitud. Sigue comiendo muy bien y muy variado, no prueba las golosinas y esto a veces me cuesta horrores cuando, por ejemplo, le regalan una bolsa de chucherías en los cumpleaños. Por suerte, en esas ocasiones, casi todo lo que prueba no le gusta, pero aún así, estamos muy pendientes de que no coma esas porquerías. Me sorprende que sigue habiendo platos que le encantaban de bebé y que ahora dice que no le gustan, como los guisantes o las lentejas, pero de resto, come muy bien, come lo que hay, y normalmente, no le preparo nada alternativo cuando dice que algo no le gusta.

Va muy contenta al colegio cada día y ya tiene un grupito de amigos que nombra con más frecuencia. Va a comedor, un par de meses estuvo en atención temprana y también en una actividad extraescolar. Se adapta a todas las situaciones con facilidad y siempre de buen humor.

La convivencia en casa ha pasado por algunos momentos de tensión ya que comienza a tener desencuentros con su hermana mayor, discuten y se levantan la voz. Ese estado de ánimo alterado lo traslada a nosotros y a veces tenemos que darle tiempo y distancia para conseguir que lo que tengamos que hablar con ella no sea a gritos. Lo mismo sucede si están ellas dos en casa de sus abuelos, hay una especie de rivalidad para que sea ella quien reciba más atenciones y no siempre se puede ni se debe. Los límites son necesarios para los niños, les dan seguridad, pero para los padres no siempre es fácil establecerlos ni mantenerlos, y lo digo desde la propia experiencia.

Cuando la miro, la veo grande, alta, desenvuelta, ya sube y baja las escaleras como un adulto, no parándose en cada escalón, corre, salta a la pata coja, resuelve sus dilemas con imaginación… por ejemplo, tiene a su disposición materiales de pintura, se le ocurre una idea, comienza a ejecutarla, llegado un momento le falta algún material o no le salen las cosas como ella quisiera, me pide ayuda, le digo que cambie de planes o busque alternativas y ella misma reconduce su tarea con lo que tiene… Es importantísimo añadir a sus rutinas un espacio para el arte y la creatividad como explicaba aquí y aquí, porque de una manera totalmente natural y sin presiones de ningún tipo, aprenden a resolver los obstáculos que se presentan en el camino, y esto es, la base de una vida adulta plena.

Antes de despedirme, quisiera hacer mención a las cosas que los niños no necesitan de ningún modo porque afectan a su desarrollo social, afectivo, cognitivo y físico:

  • No necesitan mascarillas ni en la calle, ni en casa, ni en el colegio. Numerosos estudios científicos evidencian que no sirven para nada y, además, no tienen sentido para prevenir una enfermedad que apenas afecta a los niños.
  • No necesitan recibir unas inoculaciones obsoletas para una enfermedad que no les afecta y si les afectara sería de un modo muy leve, como si de un catarro o resfriado se tratara. Tienen más posibilidades de morir por el efecto de estas inoculaciones que por el efecto de la enfermedad por no hablar de los riesgos de miocarditis, pericarditis, enfermedades autoinmunes…
  • No necesitan crecer con miedo al contagio, con miedo a todos los microorganismos que son parte de nuestro genoma y de nuestra propia vida y que están en absoluto equilibrio dentro de nosotros (virus, bacterias, protozoos, arqueas…) Todo lo que nos han recomendado, y sobre todo en el caso de los niños, para lo único que sirven es para desequilibrar esa armonía: privación de luz solar con los confinamientos absurdos y su consecuente falta de vitamina D, geles hidroalcóholicos que destruyen la barrera de la piel, mascarillas para sufrir hipercapnia y tragar nuestros propios hongos y bacterias… No hablemos de los efectos psicológicos: se estima que un 22% de los niños nacidos en pandemia tendrán un 10% menos en su capacidad cognitiva y a la vez presentan un gravísimo retraso en el desarrollo del habla. Los niños necesitan ver rostros y reconocer el lenguaje no verbal para poder desarrollarse, me parece insólito que muchos padres no se den cuenta de esto.
  • No necesitan adoctrinamiento de género, no necesitan que los confundan con respecto a lo que sienten que son, no necesitan que les digan que no son niños ni niñas, sino que cada día pueden elegir lo que quieren ser. No necesitan que los enseñen a masturbarse con dos años (como se pretende con el nuevo currículo) ni que les den charlas de contenido afectivo sexual donde lo único que se trata son aspectos que los llevan a confusión. El globalismo, enemigo de la familia, pretende destruir la familia destruyendo primero a la mujer. Es por ello que se fomenta una y otra vez que los hombres puedan autopercibirse mujeres, practicar deportes en la categoría femenina y poco a poco, ir desapareciendo a la mujer, a la madre, al eje de cualquier familia. Si unimos este hecho al aborto como práctica normalizada y a la eutanasia de los abuelos, vemos claramente lo que se pretende… y quien no quiera verlo, está ciego. En España, según datos del INE, en 2019 se practicaron 100.000 aborto, el 96%, es decir, 96.000 niños fueron eliminados por madres mayores de 30 años a las que no les venía tener hijos en ese momento. Los 4.000 restantes fueron por riesgo para la salud de la madre, del bebé, violación e incesto.

Qué terrible cultura de la muerte se extiende por lo que llamamos “estados de bienestar”. De bienestar ¿para quién?

Si quieres investigar más sobre todo lo relativo a la pandemia, inoculaciones, manipulación de la información por parte de los mass media y así poder parar este experimento global, te invito a leer las publicaciones del apartado Covid’19 del blog de Fernando del Pino Calvo-Sotelo, poco sospechoso de chamán: https://www.fpcs.es/categoria/covid/

También podrás encontrar mucha información sobre las mentiras que nos cuentan de la guerra entre Ucrania y Rusia, así como de la manipulación de los datos en cuanto al cambio climático. Como él dice, el antídoto del miedo es el conocimiento. Pon algo de conocimiento en tu vida más allá de los mass media. No será fácil despertar, pero es necesario.

Muchas gracias por leer hasta aquí. Si te ha gustado la entrada, dale a me gusta o mejor aún, compártela. Estaría genial que te suscribieras, así recibirás cómodamente mis publicaciones en tu buzón.

La entrada “La niña de 5 años” se publica por primera vez en http://www.diariodeunamadreeconomista.com el día 31 de marzo de 2022.

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